sábado, 28 de marzo de 2009

Raimundo Hiriart Le Bert, a propósito de la crisis actual



EN PERÍODO DE CRISIS: REFLEXIÓN Y CAMBIO DE RUMBO

Por
Raimundo Hiriart Le Bert

Sabido es, y el dicho popular así lo certifica, que no es aconsejable hacer mudanza en tiempos convulsos. Pero ello no implica congelar, ni el rol del raciocinio, ni el de la autocrítica ni tampoco frenar las acciones que se deban adoptar a la luz de los nuevos acontecimientos que se nos vienen encima, o que ya acechan sobre nuestras indefensas cabezas.


En un artículo publicado a página completa en un importante periódico de tirada nacional, hace la friolera de veintisiete años, titulado Programas Electorales y Planificación, exponía algunos puntos de vista personales relativos a los inminentes comicios de 1982. A la luz de la grave situación de crisis que atravesamos ahora a nivel mundial, y con mayor ensañamiento en España, creo conveniente citar unas referencias de entonces, y cotejarlas con lo que sucede hoy.

Escribía, a grandes rasgos: plantear alternativas ideológicas con proyectos coherentes; avanzar con tiento ante una democracia emergente y en rodaje; dirigentes de partidos políticos, permeables y próximos a los problemas de los ciudadanos; elevar los bajos niveles de los debates en aras de la convivencia democrática; solidaridad a todos los niveles; ofrecer programas electorales claros en el apartado del bienestar y el de la eficiencia y rentabilidad de la economía. A mi juicio, por aquella época, la travesía se deslizaba carente de una adecuada carta de navegación.
Hemos de reconocer, que a pesar de los notables avances conseguidos durante estos largos años, algunos de los asunto citados, no sólo siguen sin resolverse, sino que han empeorado.

Hablando del ámbito nacional, o estatal, los dirigentes de los partidos políticos se han atrincherado en sus bunker, sin salir al encuentro de las auténticas preocupaciones de la mayoría de la ciudadanía. No han logrado entender algo tan simple: que están sentados en sus escaños porque los más de cuarenta millones de españoles no cabemos en el hemiciclo, ergo, los elegimos a ellos para que nos representen y punto pelota. A veces da la impresión de que confunden los fines con los medios. Los fines, los objetivos para los cuales los elegimos (si es que uno vota) no son otros que el de elaborar proyectos alternativos que ilusionen, pero que den respuesta a la necesidades de una población cada vez más dispersa, variopinta y exigente. Con programas que, naturalmente deben sustentarse en legítimos principios ideológicos, aunque no con predicamentos y actitudes excluyentes y sectarias. Para eso no son elegidos los partidos políticos en las urnas, sí, digo los partidos pues no votamos a los que consideramos los mejores dentro de esas organizaciones, garantes de la democracia según nuestra Constitución. Debemos lamentar con preocupación que la distancia entre la llamada sociedad civil y tan importantes instituciones se va ensanchando.

Koontz y O`Donnell, hace ya mucho, cuando tan acertadamente destripaban los pilares básicos de una planificación eficaz -perfectamente trasladable a la vida pública-, distinguían como determinante el principio de cambio de rumbo. En esta etapa tan dura e incierta que vive nuestra sociedad, no ajena al proceso de globalización (en lo positivo y en lo negativo), tal vez convenga que aprovechen el tiempo los dirigentes políticos, transformándose en líderes de verdad, para hacer autocrítica, con criterios abiertos no excluyentes, que permitan visualizar el nuevo futuro que nos espera. Adelantarse pues a poner los cimientos del nuevo modelo en gestación y tener el coraje de realizar el cambio de rumbo que convenga a la gran mayoría de ciudadanos – y a sus nuevas generaciones-, que no es el mismo que el propugnado por un puñado de electores influyentes con tics autoritarios, poco amigos de la aplicación de la industria del diálogo. Actitud que no significa, ni mucho menos, renunciar a metas u objetivos, sino que apunta a que la dirección sea la más adecuada a los nuevos y crudos acontecimientos. Ya lo decían los autores aludidos: cuando el camino se presenta atiborrado de mutaciones e imprevistos, hay que hacer valoraciones periódicas de la situación, reajustar los planes y variar el rumbo de acuerdo a los cambios de corrientes y mareas, manteniendo sin variaciones el destino final.


Raimundo Hiriart Le Bert es Analista Ocupacional y Consultor y desempeñó las funciones de Cónsul General de España en Nouadhibou, República Islámica de Mauritania.

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